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Hipódromo - 29/06/01
Grupos I. Francia
El Gran Premio de París. La carrera. El nombrecito. La clase, no sólo para los PSI
Por Coral Fernández y García-Diego
Con cuarenta y ocho horas de retraso sobre la fecha programada, debido a la huelga de boleteros que obligó a la suspensión de las carreras del Domingo en Longchamp, se ha celebrado el Grupo 1 sobre 2000 metros, Gran Premio de París.
Para acabar de ensombrecer un acontecimiento deportivo ya de por sí bastante devaluado, no se podían realizar apuestas en vivo en Longchamp por lo que, la ya tradicional ración de cemento que constituyen las tribunas del máximo recinto turfístico galo, se hacía esta vez patética.
Y, para colmo, en la pista cinco caballos , tan sólo cinco caballos, para hacerse con un premio que un día no tan lejano alcanzara fama y oropel. El chollo para los preparadores que con sólo ponerse a las órdenes del Juez de salida ya se embolsan un mínimo de 90.000 Francos, y de ahí para arriba.
La selección de la raza –único y verdadero fin de las carreras- no cuenta; la pureza y seriedad de este Gran Premio de París en nada se asemejan a las coordenadas que regían la misma prueba que ganara Rheffic, Sanctus o el mismo Nearco. ¡Qué pena!
Al grano; la carrera, pues. Los cinco participantes del Juddmonte Grand Prix de Paris, bajo un sol de justicia impropio de estas latitudes y con la pista francamente rápida, toman la salida.
Comanda, a un tren regular, Mizzen Mast, con CHICHICASTENANGO, OKAWANGO y los dos irlandeses detrás. No varían las posiciones sino es que el pupilo de la Head tira aún un poco más, de tal modo que, a la entrada de la falsa recta, adquiere una ventaja de seis o siete cuerpos sobre CHICHICASTENANGO que comienza a despertar atacando con fuerza al conductor, con el que se iguala en medio de la recta y que, tras breve lucha, se va a ganar cómodamente, por cuerpo y medio.
Segundo el de Abdullah que resiste el tardío ataque –había salido muy mal- del irlandés BONNARD, cuarto el otro de O´Brien y el decepcionante OKAWANGO, en quinto y último lugar.
El ganador culmina así una excelente campaña con dos victorias en Grupo 1 más el segundo lugar en el Jockey Club, Derby francés. Hizo aquí de nuevo gala de su mejor cualidad: el corazón y la voluntad para ganar. Y estos atributos, que no son de desdeñar, le han otorgado el título de “record-horse” pues el tiempo marcado fue el mejor desde que la carrera tiene lugar sobre 2000 metros.
Fue en el 87 cuando se corrió por vez primera el GP de París sobre la actual distancia y hasta ahora era FORT WOOD el que detentaba el mejor tiempo en la prueba, en 1993, con 2'01''60, frente a los 2'01 exactos de CHICHICASTENANGO.
Hacen gemela en la meta dos tordos, por los sementales de idéntico pelaje Smadoun y Cozzene. Dice un amigo que los tordos son peores: mas recios y luchadores, pero con menos clase. Puede que sea verdad. El que gana es pequeño pero fuerte, resistente y luchador, muy fiable, pero sin la clase que marca la diferencia. Los proyectos para él pasan por descansar en el verano para volver a afrontar una preparatoria del Arco y el Arco mismo, con posterioridad. En círculos privados he manifestado lo que haré si gana el Arco de Triunfoeste honrado animal.
Los propietarios, Mme Béatrice Brunet, Fabien Ouaki y Gaëtan Gilles, estaban pletóricos porque no suele ser usual que gente más bien normal, como cualquiera de nosotros, pueda batir a tanto Jeque, Príncipe, Americano, o Irlandés de postín que son los que habitualmente arrasan en el panorama mundial, teniendo como único título el más vulgar de todos: el dinero.
El nombrecito.
Hace meses escribí mi rechazo por un nombre así para un caballo, independientemente de que dicho nombre sea o no bonito y muy al margen –desde luego- de que represente algo en concreto y que mi intención sea la de despreciar ese “algo”.
Un “algo” que –en este caso- nombra a la segunda ciudad guatemalteca, lo que no obsta para que continúe en la creencia de lo poco turfístico que me resulta. Que me resulta a mí, claro, que ni estoy en posesión de la verdad absoluta ni pretendo tener razón casi nunca. Me limito a dar mi opinión y la mantengo, porque nada tiene que ver ni lo que el nombre representa, ni las victorias sin tregua que alcance el que lo ostenta.
Pero, sin querer convencer a nadie, la tozudez de los hechos termina dándome una pizca, al menos, de razón. Porque al estar entrenado en Francia y correr en el vecino país, se ha producido lo que me temía: que le llaman “chichi”. Y no tengo nada más que decir en lo que a esto respecta.
Disquisiciones estériles al margen, el nombre de CHICHICASTENANGO fue utilizado por los criadores del potro, tras un viaje a Guatemala y la consiguiente impresión que dicho país –cuya fama paradisíaca es bien conocida- produjo en ellos. Y para mayor constancia del origen nominal del ganador del GP de Paris, entregaron el trofeo a los propietarios Sonia Schoemstedt y Pablo Arsenales –este ataviado con el traje nacional-, dos representantes de la Oficina de Turismo de Guatemala en París. La verdad es que es una propaganda espléndida.
La clase, no sólo para los PSI
El Gran Premio de París está patrocinado por Juddmonte Farm. Y Juddmonte Farm es una yeguada, pero no una yeguada cualquiera, sino la del Príncipe Khalid Abdullah, veterano propietario y criador de la esfera europea e internacional, colores por los que confieso una especial debilidad –seguro que DANCING BRAVE tiene algo de culpa en mi adscripción-.
Pues bien, en el escenario más discreto posible de Longchamp, por la ausencia coyuntural de gentes que le dieran más publicidad, Luis Romanet –al que seguro que lo que no se le podrá achacar es su educación exquisita y su saber estar- agradecía públicamente a Teddy Beckett, manager de los caballos del Príncipe Khalid Abdullah y su representante en este acto, el gesto de apadrinar esta edición del Gran Premio de Paris, a pesar de que France Galop le propuso posponer el patrocinio de la misma, dadas las especiales circunstancias que concurrían en ella. Para colmo, el de Abdullah hubo de conformarse con el primer accesit de la prueba.
Eso es clase, la de su DANCING BRAVE. Eso es ser un Señor. Eso es tener lo que hay que tener. Y, muy humildemente, mi aplauso, admiración e incondicional adhesión.
Romanet no se iba a quedar atrás y terminaba: “Eso es clase y yo quería agradecerlo públicamente al Príncipe.”
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