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sábado 7 septiembre 2024



- 28/06/24
Primeras sensaciones desde Colonia
Día de Grupos a la puerta del Verano

Desde Colonia por Rodrigo García Bergareche

Lo primero que llama la atención del viajero a la salida de la estación central de Colonia es su imponente Catedral, un edificio que araña el cielo con sus 157 metros de altura y cuya construcción abarcó seis siglos, de 1248 a 1880.

  • Tan solo diecisiete años después (1897), empezaba la construcción de un hipódromo que ganaría en importancia tras la II Guerra Mundial, cuando se convirtió en el mayor centro de entrenamiento del país, hasta entonces en Berlín. Presenta, además, un guiño a la tradicional historia minera de la cuenca del Rin, pues el diseño de su tribuna principal tiene como modelo una fundición de hierro, material del que está hecha su estructura.

  • La temporada de carreras en Colonia abarca de Abril a Noviembre y entre sus jornadas principales se encuentran la que se celebra justamente hoy, en la que se corre la Union- Rennen, y el Preis von Europa, un Grupo I sobre 2400 metros en Septiembre. La cita de hoy es un Grupo II preparatoria del Derby que guarda el honor de ser la carrera de caballos más antigua de Alemania, celebrada desde 1834, antes incluso de que se fundara el recinto que la acoge en la actualidad. Lugar en el que se corre a mano derecha. Colonia no queda lejos de Dusseldorf, algo más al sur, y también está dividida por el río. El hipódromo se sitúa en la orilla izquierda, al norte de la ciudad. Desde la estación se toman un par de tranvías y en unos veinte minutos (incluido el transbordo y un pequeño paseo posterior) se llega al destino. Sorprende bastante su localización, pues en origen estos terrenos obviamente estarían fuera de la ciudad, sin embargo, hoy en día se integran plenamente entre los barrios, tanto es así que uno nunca diría que allí, a la vuelta de una esquina, hay toda una enorme pista de carreras.

  • Digo enorme porque todo el recinto lo es. Una vez traspasada su puerta principal la visión está abarrotada de locales, tantos que apenas se intuiría la grada si no fuera porque los supera en altura. Un par de restaurantes, pequeños puestos de comida, uno de ropa y kioskos de apuestas, además de varios pabellones que protegen las terrazas de la lluvia.

  • A la derecha de la entrada, andando un trecho están el cuarto de pesaje, el de comisarios, sala de prensa y demás secciones de logística. Justamente al llegar me encuentro de nuevo con Frank, quien me hace saber la importancia del día, no sólo por la preparatoria del Derby, sino por otro Grupo II que se correrá hoy, aplazado del fin de semana anterior en Baden-Baden por la lluvia.

  • Doy como siempre una vuelta de reconocimiento. Finalmente, mientras estoy apuntando los favoritos de los medios frente a una pizarra, la lluvia termina por romper y hace acto de presencia, por lo que busco cobijo en las entrañas de la tribuna, que, como en todo hipódromo, está plagada de pantallas para seguir las repeticiones y taquillas de apuestas. Todos los sitios son iguales y diferentes a la vez.

  • Al filo de la primera carrera me dirijo al paddock. Como sigue lloviendo, veo que todo el mundo se resguarda en los ensilladeros, así que hago lo propio. Minutos más tarde, cuando empiezan a llegar los caballos, me arrepiento un poco de esta decisión, porque esa valla que separa al público de los contendientes actúa también como una barrera psicológica. En su ausencia se siente flagrante y descarnadamente el nerviosismo de esta raza particular, de un animal que es ya muy excitable por naturaleza. Noto como estos potros de tres años, aún inexpertos (alguno incluso debuta), miran a los extraños de reojo y con desconfianza. Justo a mi altura me dan la espalda, y habiendo ya alguno que otro soltado unas coces, decido tomar más distancia y tratar de pasar desapercibido, también para no contribuir más de la cuenta a su nerviosismo.

  • Todo esto sucede porque al ser los alemanes tan metódicos, los caballos deben situarse en orden numérico, por ello, antes de empezar a recorrer el paddock, los organizan delante de los ensilladeros hasta que se cumple rigurosa la secuencia de sus mantillas y puede dar comienzo el ritual previo. Una vez que esto sucede salgo de la cueva en el mismo momento en que aparece al lado Adrie de Vries, el jinete vencedor de las Guineas hace tres semanas, a charlar con el entrenador de su montura. A mi izquierda hay otros jockeys como Rene Piechulek, el triunfador del Arco hace 3 años, o el veterano Andrasch Starke. Llega el último Thore Hammer-Hansen, el joven líder de la estadística que se sube a lomos del favorito, Meer.

  • Es la suya una chaquetilla difícil de describir, con dos mitades azul oscuro y rojo separadas de forma peculiar, con una especie de M dentada. A su vez, aparece el apellido del propietario enmarcado con otra línea roja.

  • Será esta una prueba para tres años no ganadores sobre 1850 metros en la que Meer no confirma su favoritismo. Viaja en el medio del paquete y no tiene nada en el recto. Aprovecha entonces el segundo en los pronósticos, Aster, de marrón con banda rosa y gorra verde, para hacerse con el triunfo acechando la punta de Ibicenca, que no resiste mucho su ataque y sólo salva la segunda posición porque Akano, un enorme alazán, tarda mucho en encontrar el hueco. Remata bien para cerrar el trío.

  • La salida de esta distancia es curiosa. Los cajones quedan ocultos a la izquierda de las tribunas, en lo que debería ser parte de la curva. Sin embargo, el hipódromo de Colonia no tiene un giro como tal, sino una pequeña recta de apenas doscientos metros con dos codos cercanos a los noventa grados. La forma de la pista deriva de un rectángulo a la clásica elipsis.

  • A pesar de la lluvia persistente hay bastantes paraguas arremolinados en el paddock y en general en el hipódromo. Además, muchos vienen con sus perros, hecho que ya me desconcertó un poco en Dusseldorf y el verano pasado en Dax y que me llama mucho la atención, pues en España eso no ocurre.

  • La segunda carrera es un hándicap de categoría de 2200 metros en el que corren tres caballos que ya conozco, pues cerraron el trío hace unas semanas: Moonlight Touch, Sirjan y Sovereign State. Sin embargo, ninguno vuelve por esos lares, sólo la última, tras un apunte por fuera queda cuarta, pero lejos. Esta vez sí gana un pupilo de aquella chaquetilla extraña, Downtown, preparado por el líder holgado de la estadística, Henk Grewe, y montado por Thore Hammer-Hansen, que se desquita de la anterior. Llega galopando desde atrás, rematando por fuera y se deshace fácilmente de Lips Freedom, que había protagonizado una escapada arriesgada. Sin embargo, los 600 metros de esta recta se hacen muy largos, tanto es así que pierde también la plata cediendo ante otro remate, el de Onkel Volli, el peso más ligero de la escala.

  • Se detiene la lluvia un momento, lo que aprovecha una garza real para desenredar las plumas y darse un vuelo, siempre majestuoso. Es un ave que pasa los meses fríos en el Mediterráneo y que con la llegada de la Primavera parte hacia estas latitudes, por lo que es verdaderamente curioso observar durante esta estación un símbolo de las brumas invernales de la dehesa.Ambos somos dos emigrantes temporales y volveremos al terruño casi a la par.

  • Digresiones aparte, es hora del primer Grupo II, el aplazado en Baden-Baden la semana pasada, sobre 2200 metros. Corre en él Fantastic Moon, que, para quien no lo recuerde, ganó el Derby alemán el año pasado, se hizo con el Niel en Longchamp y llegaba con cierta opción al Arco (pagaba a 13 a 1), aunque pasó por allí sin pena ni gloria, undécimo de quince. El nuevo año lo recibe sin victoria, segundo de un Listed en Berlín y fallando luego estrepitosamente en el Ganay, en la pista donde había dado su mejor valor el otoño anterior. Debido a ello, el apostante no termina de confiar en él y hacen favorito a Lordano, un cinco años muy honrado ganador de varios grupos en el país, entre ellos el St Leger alemán de Dortmund, abierto a todas las edades. Sus colores recuerdan a los de la cuadra san Bernardo, de blanco con franja vertical y gorra roja. La cuadra de Gestüt Hof Ittlingen difiere en que lleva franjas rojas en las mangas.

  • Por fin, por primera vez en el año, Fantastic Moon, de azul con tres lunares amarillos y gorra azul con pompón amarillo, se rehabilita bajo las manos de un Piechulek, que lo retiene en los medios tras una salida ardiente. Entra en la recta abriéndose para no tener problemas de paso, parece que se va a comer el mundo, pero le cuesta algo más de la cuenta despegarse de Lordano, que, batido a los 200, muestra mucho coraje y vuelve para comprometer la victoria, tanto que los dueños de Fantastic Moon, justo delante de mí, se desgañitan en esos últimos trancos y saltan como resortes, lo que me tapa la vista por un instante y me levanta del asiento.

  • Dicho lo anterior sobre el estar levantado o sentado, por regla general, me gusta ver las carreras de pie. En España nunca me quedaría sentado, sin embargo, como se suele decir, donde fueres haz lo que vieres, pues la primera la vi según mis costumbres y noté ciertas miradas de esas que se clavan entre la gente que me rodeaba. Esta vez, producto de la pasión de una carrera en disputa, la gente se olvida de las formas y hace lo que le pide el cuerpo, cosa que celebro.

  • Con la alegría de los dueños en la mente, vuelvo al paddock entre las humaredas con aroma a salchichas de los puestos de comida. Hay varios por todo el hipódromo, reconocibles a lo lejos por estas señales de humo olorosas y por la gente que se acumula en torno a ellos. También me doy cuenta de que muchos aficionados pasan el día en las terrazas -la gran mayoría con boli en ristre y sus programas de mano- viendo las carreras en una gran pantalla y levantándose sólo a apostar o a por más cerveza.

  • La siguiente es un hándicap, ya humilde, de nuevo en los 2200. Coincide con otro chaparrón y da lugar al doblete de Piechulek, quien con una gran monta espera por dentro a que se le abra el hueco para lanzar a Oak Ivy, de amarillo y azul a mitades y gorra blanca, rematando fuerte para ganar cómodo. Era uno de los favoritos y sobrepasa a los dos ejemplares en vanguardia, Quijana Street y La Montanara, que cierran el trío. Se confirma así, al menos hoy, que esta pista es propicia para venir de finales y que los punteros sudan tinta para aguantar la posición.

  • La quinta es la carrera estrella, otra preparatoria del Derby, esta vez, Grupo II en 2200 metros. El favorito es Any Moon, quien tres semanas atrás quedara segundo de Wintertraum (bien batido) con un remate majo a pesar de la mala recta que tuvo. Vuelve a correr también quien cerrara el trío aquella vez, Stingray. Otros caballos a tener en cuenta son Narrativo y Alleno, ambos compañeros de cuadra de Lordano y colocados de Grupo. Destaca sobre todo un tercero de Narrativo en Grupo III en Longchamp a finales de Mayo.

  • El invitado inesperado es Wonderful Boy, que sale en punta y pone un muy buen ritmo, seguido de Palladium, con los mismos colores que Fantastic Moon, si bien esta vez sus propietarios están más comedidos. Entran en la recta con algo de ventaja y durante doscientos metros parece que pueden dar la campanada. Se postula por fuera Any Moon, que si repite su remate de Dusseldorf la tiene en el bolsillo, no obstante, no muestra ese cambio de ritmo y se acaba por hundir, quedando antepenúltimo. Definitivamente, se desdibuja su baza para el Derby. Es Narrativo (el de la cuadra San Bernardo alemana) quien sofoca la rebelión de los dos escapados por el exterior. A media recta los caza para irse a ganar con autoridad, si bien de últimas su compañero Alleno muestra un fuerte remate para ser segundo, a la par que Anspruch, tercero. Son bonitos estos metros finales, Wonderful Boy y Palladium acaban por morir en la orilla y son superados en apenas unos trancos por los rematadores, a los que sacaban un par de cuerpos a los 100.

  • Me gusta mucho también Stingray, quinto, pero no lejos, hoy deciden correrlo desde el fondo del paquete, con una táctica contraria a la anterior preparatoria. Se cuela por la calle uno con un gran apunte, pero se topa con un Wonderful Boy que ya está muerto. El hueco por el que intenta meterse Sean Byrne es demasiado estrecho y su acción se ve afectada. Una colocación suya en Hamburgo el 6 de Julio dará dinero.

  • Quedan ya tres hándicaps de pencos, con especial atención para el segundo de ellos, que es el que me he estudiado. Cuando digo «pencos» no quisiera que se entendiera de forma peyorativa, cada vez me gustan más estas pruebas y son los más que disfruto al tratar de desentrañarlas.

  • El primero, clase D sobre los 2400, deja otra bonita llegada entre los tres favoritos, que no se decide hasta los últimos suspiros. Tiara Hilleshage por dentro, Imaran por el medio y Goin’ por fuera, a rayas marrones y blancas por entero, se dejan los cuartos, así como sus jockeys. Se van superando unos a otros hasta que Goin’ termina por mostrar más resistencia, Imaran estuvo primero en muchos momentos, pero desfallece justo en el poste, donde recoge la plata Tiara Hilleshage.

  • El siguiente, la séptima carrera, es el hándicap que he elegido, una clase E en la milla. Me decanto por Stam Wars, uno de esos cuatro años que está por encima de la categoría. A tres entró muy alta al hándicap y ha necesitado ir bajando kilos para volver a subirlos luego, como un muelle. Además, había corrido en mucha distancia, siendo su origen más bien propicio a la velocidad e impropio para este tipo de pruebas. Según abre el mercado por la mañana veo que está entre las favoritas.

  • Otro perfil parecido es el de Elle Amour, quien quedó en la última por detrás de uno de los favoritos hoy, Doolily, dándole peso, situación que cambia y mucho esta vez, pues ahora recibe tres kilos. Sale a 7/1 en taquillas, por lo que cierro gemelas entre ambos. Para los tríos, dos petardos: el veterano de la carrera, Innuendo, de nueve años, habitual ganador en clase F, en la que es su segunda del año tras reaparición, y Animal Magnetism, otro cuatro años sin mucho currículum pero que revivió en su única bajando a los 1600, quedando tercero.Ganará Stam Wars, de naranja con una L blanca, en una llegada apretadísima. Se escapa el puntero, Der Prince, muchísimos cuerpos, aunque Eduardo Pedroza, un muy buen jockey, aguanta al acecho con sangre fría y lo caza en el poste cuando Der Prince paga el esfuerzo. Innuendo por dentro queda quinto, Animal Magnetism tiene cierto apunte por fuera, pero se queda plano y Elle Amour no hace nada, penúltima.

  • Lo que pasa luego en taquillas es un poco bizarro. Había hecho un ganador a Stam Wars para cubrirme y cuando voy a cobrarlo la máquina lo escupe como erróneo. Debido a las fronteras lingüísticas y a un malentendido con las apuestas me habían dado el boleto para la quinta carrera. Por suerte sólo pierdo el reintegro.

  • Con esta anécdota entramos en el último hándicap, ganado por Cheval Blanc, de azul con cruz de san Andrés blanca y mangas azules y verdes a rayas. Por fin gana un caballo de punta a punta y por fin sale el sol, justo cuando están tomando la curva final y empiezan a tragarse la recta. Queda en la pista la sombra de las gradas, lo que me recuerda un poco a Lasarte, a dos meses de la Copa. Me gustaba Donna Helma, que acaba segunda rematando. El podio lo completa Lady Matilda.

  • Acaba así un día de carreras otoñal en el imponente hipódromo de Colonia. Como hace unas horas su catedral, al salir me vuelve a sorprender el hecho de que esa extensión de terreno -de cincuenta y cinco hectáreas, para ser más exactos- esté ahí metida en la ciudad, como si fuera otro de sus parques.

  • Ya podrían ser todos los parques como este.










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