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jueves 2 mayo 2024



- 14/04/24
Una nueva visita a Kempton Park
Impresiones oníricas en el reencuentro

Rodrigo García Bergareche

Ha pasado casi un año desde que contemplara pensativo el hipódromo de Kempton Park ya anochecido, en lo que suponía una despedida indefinida hasta una nueva visita. Mientras paladeaba taciturno desde el andén desierto una última vez la silueta recortada de la grada, me preguntaba cuándo y en qué circunstancia volvería a un lugar que ya me había habitado.

¿Quién pudiera imaginar aquella tarde que, en efecto, mucho antes de lo esperado, me volvería a ver en la estación de Waterloo esperando en el mismo andén al mismo tren con dirección a Shepperton? Los caminos del devenir, que son inescrutables, me han traído de nuevo hasta aquí, en una tarde cualquiera de Marzo, ya casi primaveral, aprovechando una fugaz visita obligada a estas latitudes grises y lluviosas.

  • Y la sensación más nítida y palpable que sobreviene es de una pura y absoluta irrealidad.

  • Recuerdo que esa misma sensación me inundaba cada vez que acudía, de Agosto en Agosto, tras los largos meses de espera, a aquel paraíso perdido que era el hipódromo de Lasarte durante el interminable cierre madrileño. Eso sigue sucediendo cada verano, pero ya no se presenta con la misma intensidad de aquellos años eternos, debido a que desde la reapertura allá por 2006 hay muchas jornadas entre medias. Ahora el relevo lo ha tomado Kempton Park, este oasis en el correr de los días, ante cuyas puertas me vuelvo a presentar para degustar seis carreras a la tarde noche londinense.

  • Los griegos tenían dos divinidades diferentes para conceptualizar el tiempo. Uno es Cronos y hace referencia a la linealidad. Cronos esculpe las horas, organiza el quehacer humano de año en año, de milenio en milenio, y se erige como el guardián de la Historia. El otro es Kairós y representa la experiencia fragmentaria y caótica del sujeto. Trae el pasado a la conciencia o proyecta el futuro, interconectando espacios temporales ocurridos o por suceder. Es el alfa y el omega, el que era y el que ha de venir, todo a un mismo tiempo.

  • Así, cuando el tren arriba a la estación, que lleva el mismo nombre que el recinto, es este Kairós quien alumbra el acontecer. Pareciera que apenas hubiesen pasado unas semanas desde aquella última visita, como si nada hubiese sucedido desde entonces y todo fuese un continuum homogéneo.

  • La misma señora me recibe en la puerta de prensa y anota mi nombre, me dan el mismo programa y el mismo ticket para comer: la misma salchicha rebozada con patatas fritas y puré de guisantes que guarda todo el sabor de este lugar. Sin embargo, a pesar de todo, nada es idéntico nunca y esta diferencia radical se encarna, por ejemplo, en las caras de los periodistas nuevos a los que no conozco y que saludo por primera vez.

  • Tras la comida, doy un paseo en inspección por las instalaciones, comprobando que todo sigue en orden. Esta vez me sorprende ver a un aficionado con prismáticos en lo alto de la grada, ya en espera contemplando la larga recta de arena oscura casi negra, como si estuviera asfaltada y a mano derecha (exactamente como me gustan a mí), frente a un par de puestos de bookies. Termino de dar la vuelta y me dirijo al pre paddock, donde aparece el primer caballo que veo en este nuevo periplo, su nombre es Tribal Star y le delata una manta de inconfundible azul Godolphin.

  • A quienes sí conozco y tenía ganas de ver de nuevo es a uno de los cronistas con los que entablé relación el año pasado y su mujer, que siempre le acompaña, y son dos verdaderos locos de este deporte. Apunté su correo electrónico, pero perdí aquel trozo de papel y no había podido establecer comunicación. En su día nunca cumplieron con el pobre tópico isleño de la hospitalidad y me vuelven a recibir con entusiasmo. Tras ponernos al día, pasamos ya a comentar esta primera carrera y Andy, que es su nombre, me informa que he tenido la suerte de venir a ver “the best race of the week”. Acontecimiento que se debe en buena medida a los orígenes de los seis participantes de este novices clase 5 para tres años sobre la milla y dos furlongs, o 2000 metros.

  • Hoy el epicentro turfístico está en el festival de Chentelham, con varios grupos 1 de obstáculos. No obstante, en esta humilde jornada en el All Weather de Kempton, uno llega y se encuentra con una prueba donde hay hijos de Sea the Stars, Frankel, Dubawi, Lope de Vega o Waldgeist, y cuadras como la ya mencionada Godolphin, la familia Nielsen, de negro con gorra amarilla, de un tal Stradivarius, o la mítica amarilla con tres lunares negros en diagonal del Sheik Mohammed.

  • Ya en pista, parten por fin y sale Tribal Star, el favorito, en punta, seguido por Imperial Sovereign (Sheik Mohammed) y Assailant (Nielsen). Cierra siempre muy movida y descolgada la bonita potra alazana de Waldgeist, aquel que le ganó un Arco a Enable en 2019. Al inicio de las hostilidades la sensación es que el Godolphin, tras el degaste de la punta no va a aguantar, ya movido en la curva. Quien mejor se posiciona es Imperial Sovereign, sobre el que el locutor dice que viene con mejor aire (“is travelling much better”). Aprovechando el cut-away, esto es, el espacio que queda abierto por la calle 1 tras la curva, aparece con un apunte ganador Assailant bajo las manos de Kieran Shoemark, de quien se dice que ha heredado las montas de Gosden tras la marcha de Dettori (hoy es así debido a que Oisin Murphy está a pie, de lo contrario montaría para los Nielsen, ya que, según me informan en el paddock, es su suegro). Chismorreos aparte, Assailant no mantiene un esfuerzo que Tribal Star, contra todo pronóstico, mantiene para hacerse con el trío, pues por fuera entablan una bonita lucha cabeza con cabeza Imperial Sovereign y un invitado inesperado, a 18/1, British Champ, que, siempre acechando a los líderes, viaja por fuera para ganar por una cabeza en su debut. Lo hace fácil bien traído por Kevin Stott, pues a pesar de la corta distancia en meta, ha sido mucho menos castigado que su contendiente. Este hijo de Lope de Vega es del grupo Qatar Racing (cuyo discípulo más célebre es el desaparecido tordo Roaring Lion), de granate con cordones dorados y penacho del mismo color en el casco.

  • La jornada no puede empezar mejor, con una llegada disputada y vibrante en una prueba de potros de futuro corriendo para cuadras con historia.

  • La segunda carrera también está dedicada a jóvenes purasangres de calidad. Quizás no tengan las campanillas del primer lote, pero siguen viéndose hijos de Sea The Stars, Teófilo o Golden Horn. Serán doce las unidades de otro novices Clase 5, esta vez sobre la milla. En el paddock le desean suerte a Josephine Gordon, que debuta a lomos de Ten To The Top. Start Studied, el a la postre ganador, de blanco con banda diagonal roja y gorra blanca y roja a rayas, cabalga al acecho de los punteros y desemboca cómodo en el recto. Hay jaleo y varios cambios de línea a lo largo de los metros finales. Star Studied, por carriles centrales, repele varios ataques, por ejemplo, el de Tatateo, el hijo de Teófilo, que sonaba en la previa y salía con cierto favoritismo en el mercado, o el de Cloud Free, el Sea The Stars, quien acaba segundo por dentro, aunque nunca comprometiendo la victoria. Too Bossy For Us, hijo de Golden Horn, cierra el trío a 50 a 1, viniendo desde atrás sorteando rivales, en disputa con Faster Bee. Entre los cuatro primeros hay cuerpo y tres cuartos, lo que resulta en otra llegada en un puño.

  • Con la tercera carrera llega el día a los hándicaps. Debutamos con una Clase 4 en la milla.

  • A primera vista en el programa llaman la atención los nombres del 1, Bet Me, que invita con vehemencia a ser apostado y el 10, Desfondado, que sigue en su nombre la línea de la cuadra de Robert Moss, de marrón con costuras y brazaletes celestes y gorra a rayas en los mismos tonos, y cuyos pupilos tienen nombres españoles (Recuérdame, Pablo Del Pueblo, Muy Muy Guapo o Tejesueño, entre otros). Su entrenador es Simon Dow, en palabras de Andy, el mejor entrenador de Epsom.

  • Gusta ver de nuevo a los ilustres parroquianos de este lugar. Por fin atisbo entre el grupo de gente heterogénea que se arremolina para ver salir a los ejemplares del paddock al señor de gafas de pasta que siempre va con una pipa en la boca, echando humo como una chimenea, y, a su vez, a la fiel pareja de borrachines, que han renovado su vestuario y ya no lucen esos gorros rojos tan llamativos de la casa de apuestas Ladbrokes que todo el hipódromo conocía.

  • Ya en carrera, toma una punta arriesgada el 8, Seductive Power, petardazo a 40 a 1 que entra en la recta sin ser tocado. En esos primeros momentos pareciera que podría erigirse como el castañazo de la jornada, pero acaba por ser engullido. Dos de los acechadores, Vultar y Farasi Lane, primer y tercer favorito y la gemela de esta carrera, hacen todo el recorrido juntos hasta que, tras la curva, separan sus caminos. Uno por calles interiores y otro por fuera, como si se tratase de una extraña danza, rodean y se comen a Duc De Morny, al citado Seductive Power y a Night Arc, para volver a juntarse lomo con lomo y dejar otro final de infarto, en liza durante el último furlong, sobrepasándose uno a otro alternativamente. Finalmente, Vultar, de franjas horizontales lilas y blancas y gorra lila se hace con la victoria por una cabeza. Viniendo desde atrás, el amigo Bet Me, hace honor a su nombre y entra en el trío a 3 cuerpos de los dos primeros.

  • La siguiente prueba es una de las que estaba esperando, junto con la sexta, para echar un par de combinadas. Es una clase 5 al sprint, 6 furlongs o 1200 metros.

  • Además, tengo muchas ganas de ver en directo a un caballo que me cae simpático y al que llevo siguiendo desde Diciembre, cuando dejó un ganador a 16 a 1 que no me atreví a echar en su momento, por ser entonces un 5 años que sólo había ganado una carrera en su vida. Desde ese día le cogió gusto porque repitió victoria y, habiendo tenido sólo una salida irregular, en todas las demás se ha colocado. Es corredor de “course and distance” como dicen por estos lares y aquí es un seguro. Por ello, aunque creo que está algo alto en el hándicap, acabo por jugarlo a 9 a 1. Por si fuera poco, se juntan David y Billy Loughnane, padre e hijo, uno entrenando y otro en la silla, que cuando se asocian, suelen pasar cosas. No en vano ambas victorias de First Company, que así se llama (de amarillo con ángulos morados en mangas y gorra morada) llegaron de la mano de esta pareja.

  • Otro dúo que siempre lleva mucho peligro es el conformado por Tony Carroll (entrenador) y Rossa Ryan (jinete). Entre este hecho, el porcentaje de victorias del preparador en las últimas dos semanas (17%) y el favoritismo de Glamorous Express, me llevan a meterlo también en el ajo.

  • Desde el torreón de prensa, en los prolegómenos de la salida, observo largamente el paisaje nocturno de Kempton Park y su misterio. Los aviones que nunca dejan de aparecer, bien dirigiéndose al aterrizaje o bien despegando hacia destinos ignotos, debido a la cercanía del aeropuerto de Heathrow. Hay también otros seres voladores, puntos minúsculos de luz vibrando alrededor de los focos que se encienden y apagan en la noche, según se acerquen o alejen de los chorros luminosos.

  • Estando en estas cosas, entra en último lugar a su cajón First Company y saltan, en palabras del locutor, “jumping away”, a la carrera. Este coge la punta, siguiendo su táctica habitual, lo que es buena señal, pues es un puntero machacón y necesita dominar sin encontrar resistencia. Por su parte, en táctica extrema, Glamorous Express deja que le hagan la carrera delante y marcha cómodo en posiciones finales.

  • En la recta, First Company empieza aguantando la posición, si bien es cierto que no se le ve con una fuerza excesiva, como si una espada de Damocles pendiera sobre su esfuerzo. Esfuerzo que trato de alimentar desde mi posición, cada vez de manera menos comedida, tanto por la cote que me dejaría como por filias personales, que siempre se tienen caballos, entrenadores, cuadras o jockeys predilectos.

  • Toda esa agonía se alarga porque Glamorous Express, de azul oscuro con rombo rojo, mangas en misma combinación de colores y forma y gorra roja con rombo azul, no alcanza a encontrar una línea clara de ataque para su remate prominente, y va regateando corredores hasta que finalmente se le abre la pista y bate al amigo First Company por un cuerpo largo dejándole sin premio. Quien tiene que finalmente pelear la plata, pues llega desde atrás Man On A Mission con fuerza a las manos del siempre expresivo Luke Morris, montando a la manera clásica de las Islas.

  • Si hablamos de jockeys predilectos, Rossa Ryan suele ofrecer estas montas, hábiles y valerosas, buscando huecos y encontrándolos donde no los hay. Uno podría achacarlo a la suerte, pero en apenas 6 o 7 tardes se lo he visto hacer ya unas cuantas veces.

  • La carrera no termina del todo mal porque aseguro una combinada con la sexta, no en vano el premio jugoso se desvanece y me quedo pensando esta vez por qué no eché la gemela. Recuerdo aquel día de Diciembre en que First Company ganó, en esa ocasión lo llevaba en gemelas y me dije que nunca otra vez. La diosa Fortuna es caprichosa y gusta de mofarse de nosotros.

  • La misma dupla ganadora se perfila como favorita para la siguiente, Tortured Soul, con Tony Carroll y Rossa Ryan aparece en taquillas como “evens”, lo que significa que no hay beneficio ninguno, por cada euro (o libra) apostado se reparte otro.

  • Es este un hándicap Clase 6 sobre la milla, 3 furlongs y 219 yardas (es decir, 2400 metros en cristiano). Una circunstancia agita el paddock, y es que el reciente jockey ganador no se va a subir al favorito, y no logro enterarme exactamente por qué, de hecho, no volverá a montar en lo que resta de jornada. En su lugar se sube el veterano y experimentado Neil Callan.

  • Tortured Soul, de amarillo con gorra lila y amarilla, se olvida en pista de sus tormentos y gana como quiere, no sin cierta emoción en el desarrollo de la recta. Jugaba con cierta ventaja porque había ganado hacía una semana y no había recibido aún subida de kilos. Por ello, entre su gran estado de forma y los kilos de menos, muy mal tenía que salir todo para que no se colgara el lauro.

  • A pesar de ser una prueba para tener fondo, salen en punta loca Fiddlers Green y Logistical. Viajan juntos en el medio los dos integrantes que restan del trío, Hill Station y Starfighter, cerrando el torturado con Cosmic View, cuyo nombre recuerdo vagamente del año pasado. En el recto Hill Station pega un hachazo pasado el cutaway y se mete por dentro liderando momentáneamente, Starfighter no tiene tanta suerte por esos carriles y tiene que abrirse más, sin embargo, cuando encuentra su sitio ya se ha decidido la carrera, aunque hubiese dado bastante igual. Vengo siguiendo todo el rato a Tortured Soul, que en el giro a casa o “home bend”, avanza relajado por fuera. Así sigue, impasible e impertérrito durante toda la recta hasta el último furlong y medio o 300 metros. En ese punto empieza a ser movido y, a primera vista, no parece que tenga la fuerza necesaria para llegar, pues había cedido ya varios cuerpos. Da comienzo ahora ese juego de distancias y velocidades en el cual el espectador se ve zarandeado a cada momento, pues en milésimas cambian las percepciones y ya parece que llega, cuando al instante esa sensación cambia. No obstante, acaba por dar un golpe de riñones letal y exhibe uno de esos cambios de ritmo por los que se viene a un hipódromo y por lo que nos gusta este deporte. Este sí pero no, este juego entre el gato y el ratón -que es Hill Station-, se salda con un cuerpo de ventaja. Presumiblemente habrá una subida estimable por parte de los handicappers. Luego en el paddock, Neil Callan -el convidado de última hora a la fiesta- admite lo que todos hemos visto, que sabía que tenía mucho caballo debajo.

  • Si decía que estaba el favorito a una cuota irrisoria, para dar el contrapunto, tanto el segundo como el tercero cierran ambos a 28 a 1, por lo que habrá repartido algo de dinero esta llegada.

  • Siempre que se está en un hipódromo las horas se esfuman en un suspiro, afronto ya la última carrera después de cuatro horas de disfrute olvidado del mundo exterior. Me reencuentro con Andy y Matt -otro conocido- y tenemos una buena charla acerca de estos hándicaps de mala muerte donde sólo se ven pencos, en este caso una clase 6 sobre 7 furlongs. Dicho lo cual, los tres estamos de acuerdo en que son pruebas que nos gustan, ya que son divertidas de ver por lo abierto del pronóstico, lo que también suele ofrecer dividendos jugosos. Y, en definitiva, realmente nos dan igual la calidad de unos y otros, porque, aunque corriesen burros, seguiríamos viniendo a las carreras.

  • También convenimos los tres en que la baza del 5, Swiss Pride, es para tener en cuenta, está un kilo por debajo de su último valor ganador y la última no fue mala dando peso a todos. Le llevo en combinada con el anterior ganador de Glamorous Express, así como a la 4, Electric Avenue, una potra de cuatro años poco corrida y que entra al hándicap habiendo dejado una buena actuación en Kempton. Es una incógnita, pero en taquillas sale jugada, lo que es buen indicativo.

  • Electric Avenue no sale del todo bien y viaja siempre atrás, por su parte Swiss Pride cabalga al acecho de una punta atrevida típica del sprint por parte de Sam’s Hope, aprovechando un peso volador por el descargo de su aprendiz, Alec Voikhansky. A la entrada de la recta veo lejos a la potra, que termina por acabar cuarta, mientras Swiss Pride mantiene su chance y me veo momentáneamente ganando. Sin embargo, Dynamic Talent, el favorito y top de la escala, de rojo con franja vertical granate y gorra roja, con David Probert en la silla -un muy buen jockey al que siempre he visto ganar aquí- se viene facilísimo. Con todo, a pesar de la subida por su última victoria, de no tener tampoco la mejor de las salidas y el cajón más exterior, se va a ganar por tres cuerpos dándole 5 kilos y medio al citado Swiss Pride. Por lo pronto, este caballo está para otra categoría.

  • Mi despedida es un poco precipitada, pues tengo que irme corriendo a coger el tren de vuelta. Al salir me encuentro con la gemela ganadora, volviendo al paddock en el mismo orden. Mientras atravieso el parking, por megafonía se anuncia el orden definitivo y siguen llegando ecos candentes desde el andén. Otra vez me vuelvo a preguntar, contemplando las gradas desde la estación, en qué momento me traerá de vuelta la vida a un sitio que ya es un hogar.

  • Las impresiones son oníricas, como si se tratara de un sueño -toda la rápida jornada lo ha sido- y a ello contribuyen las imágenes finales desde el vagón en marcha a toda velocidad. Se reflejan las luces en el estanque del hipódromo, atisbo los cajones de salida y las decenas de focos vibran y bailan nerviosos entre los árboles de los bosques que rodean el paraje. Finalmente, un polígono industrial corta el torrente de las visiones y me separa hasta nuevo aviso de Kempton Park.












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