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                      |  | - 28/11/22 COPA JAPÓN 2022
 Se mantiene la tradición, el japonés Vela Azul gana y gran monta de Ryan Moore
 
 por Ramiro Cibrián
   Si desde 2005 (año de la última victoria europea, cortesía de Alkaseer, Frankie Dettori y   Luca Cumani) hay una tradición razonablemente asentada en la Japan Cup, es la   que dice que la gana un caballo japonés montado por un gran jinete europeo. Y esa es   precisamente la tradición que se ha mantenido este año. Bien mirado, el que la gane uno de   los grandes jockeys europeos no es, a fin de cuentas, tan inexplicable. Da la impresión de   que propietarios y entrenadores japoneses están convencidos de la superioridad de los   jockeys europeos y no dudan en confiarles, sobre todo para esta cita, a sus mejores   caballos. Con un tope de 18 participantes, ocurría este año que de los 7 caballos más   jugados en apuestas 5 estaban montados por europeos, cifra que se puede aumentar a 6 si   europeizamos al australiano Damian Lane, jinete del cinco años Weltreisende (Dream   Journey, 17/2) que partió cuarto favorito.  
 
   Los contingentes participantes, tanto el japonés como el de caballos extranjeros, tenían   en común el ser bastante discretos, o al menos eso de desprendía de los resultados   obtenidos en las pistas, incluidos en meses recientes. La tradición marcó las cotizaciones y   así de cajones salieron como primeros favoritos el cuatro años Shahryar (Deep Impact,   12/5F), con Cristian Demuro en la silla, seguido por el tres años Danon Beluga (Heart’s Cry,   16/5), con el japonés Yuga Kawada y tras ellos dos el también cuatro años japonés Vela   Azul (Eishin Flash, 7/2) con el as británico Ryan Moore. Sobre un terreno que oficialmente   estaba de bueno a firme, la carrera fue conducida desde la salida hasta la recta final por   auténticos outsiders, es decir, por japoneses montados por japoneses, que impusieron un   buen ritmo: el tiempo del ganador fue de 2:23:7, solamente 7 décimas más que el récord de   la prueba establecido por Almond Eye hace dos años. Aunque los caballos europeos se   beneficiaron en el sorteo de buenos cajones de salida (en este hipódromo y para esta   prueba, apenas importantes) el único europeo que viajó durante el recorrido en una buena   posición cerca de la cabeza fue Simca Mille (Tamayuz, 41/1), lo que llegada la recta final ni   a él ni a los outsiders que le precedían les serviría de mucho (Simca Mille quedó quinceavo).   La recta final de Tokio, con sus casi 600 metros, no es demasiado larga, pero sí fue esta   vez lo suficientemente para dilucidar una carrera que se había corrido hasta entonces a buen   tren. Cuando llegó la hora de la verdad, las intuiciones de la cátedra quedaron confirmadas   porque fueron los más favoritos en apuestas, todos ellos entrenados en Japón, los únicos   que respondieron presente. En un primer momento pareció que Danon Beluga podría   imponerse, pero a 200 metros de la llegada se quedó sin gas y fue superado por Shahryar y   Weltreisender, los dos caballos de la prestigiosa yeguada Sunday Racing (tiene chaquetilla   negra con cruz de San Andrés roja y mangas con tiras negras y amarillas). Quizás algo   inhabitual le ocurrió a Danon Beluga pues, tras ser superado su jinete hizo un extraño a   cincuenta metros de la meta, lo que le hizo perder también el cuarto puesto. Lo importante   fue que en la parte final del esprint Ryan Moore, que había tenido con Vela Azul un recorrido   bastante encerrado, cerca de los palos y hacia el centro del pelotón, encontró huecos para   pasar y con potente aceleración fue capaz de meterlo entre los dos Sunday Racing,   sobrepasarles y mantener su dinámica ganadora hasta al poste, al que llegó con ¾ de   cuerpo sobre Shahryar, que a su vez se impuso por una cabeza a Weltreisende. Cuarta fue   la yegua Daring Tract (Epiphaneia, 12/1), ganadora del Oaks japonés en 2020, y que tuvo   esta vez a Tom Marquand en la silla. En resumen, los cinco primeros fueron caballos   japoneses, con los cuatro primeros pilotados por jinetes occidentales. Es un poco   deprimente para los jockeys japoneses, pero si algo ha demostrado esta Japan Cup de 2022   es que, en ausencia de cracks, la fórmula caballo japonés con jockey occidental es la que   funciona.   Los primeros caballos extranjeros fueron los franceses Grand Glory (Olympic Glory,   56/1) con Maxime Guyon y Onesto (Frankel, 123/10) con Christophe Patrice Lemaire.   Quedaron sexto y sétimo respectivamente, pero lejos de los primeros y sin participar en   ningún momento en el esprint decisivo. Por una vez la cátedra acertó ya que, con alguna   variación menor, los cuatro que se disputaron la victoria eran los cuatro primeros favoritos ex   ante. De Ryan Moore, el primer jinete de Coolmore y Aidan O’Brien, no vamos a descubrir   ahora nada. Es un excelente profesional, tiene un magnífico sentido táctico para   posicionarse durante el recorrido y en los metros finales sigue empujando a sus montas   como el mejor. Es lo que hizo en esta ocasión y su monta, acompañada con algo de fortuna   para poder pasar bien en el esprint, se realza en contraposición con la de Cristian Demuro   sobre Shahryar, que también fue buena, pero no tan buena. Ambos hicieron montas de   espera, pero mientras que Ryan Moore posicionó a Vela Azul hacia el centro del pelotón y   cerca de los palos, fiando a su habilidad y suerte el poder pasar al final, Demuro prefirió no   correr riesgos e hizo la carrera con Shahryar en la cola y empezó a pasar por fuera mediada   la segunda y última curva. Al tener que adelantar en cuarto o quinto espesor, esto obliga a   hacer bastantes más metros que los caballos que van cerca de los palos. Si tienes un   caballo muy superior, la estrategia funciona. Lo hemos visto hacerlo muchas veces en La   Zarzuela, incluyendo a Vaclav Janacek este otoño con White King y Samedi Rien, si mi   memoria no me falla. Pero si tienes caballos de valor parecido, el que hace la curva cerca de   los palos y consigue pasar llega a los cien metros finales con ventaja. Y eso fue lo que   pasó. Nada que objetar de fondo a Cristian Demuro, pues hasta consiguió batir a su   compañero de escudería Weltreisende, que también había hecho una carrera por el interior,   más cerca de la cabeza que Vela Azul. Pero esta vez Ryan Moore fue el mejor.   Lamentablemente, el único registro español que podemos hacer esta vez es el del bonito   nombre del ganador, pero solo del nombre. El caballo es enteramente japonés. Su padre,   Eishin Flash, fue un buen medio-fondista, con una producción en la yeguada que hasta   ahora no llegaba ni a discreta. Es hijo de King’s Best, al que recordamos sobre todo por   Workforce, ganador del doblete Derby-Arco, para muchos el más importante. La madre, y de   ahí el nombre, es la también japonesa Vela Blanca, nieta de Sunday Silence, un magnífico   caballo norteamericano, ganador en 1989 del Derby de Kentucky y del Preakness y que   luego ejerció sus tareas de semental en Japón, en cuya cría ha dejado una huella indeleble a   través de su hijo Deep Impact, el cual, para entendernos rápidamente y simplificando un   poco, ha sido en Japón lo que Galileo en Europa. Quiero decir, en resumen, que con   independencia del bonito nombre Vela Azul tiene un buen pedigree, sobre todo por el lado   materno. A diferencia de Shahryar había corrido tarde y muy poco. Antes de la Japan Cup   tenía solamente cuatro carreras, de las que solo había ganado un G2 el pasado 10 de   octubre en Kyoto, batiendo a muy poca cosa (a Boccherini (King Kamehameha), que quedó   décimo-séptimo este pasado domingo).   No creo, para terminar, que esta edición de la Japan Cup, la cuadragésima segunda, sea   de las que hagan época. Además de la fórmula actualmente exitosa se confirma, si   necesidad había, que para batir hoy en día a los caballos japoneses en la Japan Cup hace   falta un plantel europeo con mejores productos que los que este año participaron. Desde   Alkaseer en 2005, la única vez que hemos estado cerca de la victoria fue precisamente al   año  siguiente, con la muy buena (y trotamundos) Ouija Board, que quedó tercera, llevada   también por Dettori. Aquella edición, la de 2006, sí que hizo época, porque el ganador fue   precisamente Deep Impact, con Yutaka Take en la silla. Desde entonces los caballos   europeos no han pasado del quinto puesto. Hay que tomar buena nota, si se quiere volver a   subir al podio. Este año nos queda aún, dentro de dos semanas, la gran reunión de Hong   Kong, con varias carreras de grupo, incluyendo los prestigiosos Vase y Copa. Si seguimos   teniendo ánimo y medios para registrarla, se la comentaré encantado   Video de la carrera     
 
 
 
  
 
 
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