Por CFGD Es en la Isla Mauricio, ese paraíso de blancas y limpias playas situado en el Océano Índico dónde, con motivo de celebrarse el pasado domingo la Air Mauritius/Beau Rivage International Jockeys' Challenge, Pat Eddery ha decidido dar por finalizada una trayectoria profesional que le ha llevado a alcanzar 4632 victorias.
No es, sin embargo, la Isla Mauricio el lugar en el que Pat Eddery ha cosechado más éxitos a lo largo de sus 35 años de profesión. Bien al contrario, sus numerosas visitas anteriores a la idílica isla resultaron infructuosas -sin una sola victoria en su haber-, pese a lo cual ha sido el lugar elegido por el gran jockey irlandés para subirse por última vez a caballo como profesional en una carrera pública. La razón de esta elección no ha sido otra que la de la seriedad que ha presidido la vida laboral de Eddery: hace tiempo que había aceptado la invitación del Turf Club de Mauricio para participar en este evento y, pese a que la lógica hubiera sido terminar su actividad de jockey en Inglaterra –dónde montaba por última vez el 10 de noviembre- no estaba dispuesto a faltar a su promesa. Declaraba esto Eddery a la prensa local al tiempo que añadía que la Isla Mauricio era un lugar paradisíaco que había sido escenario de sus vacaciones familiares en muchas ocasiones, por lo que estaba feliz de poner allí término a su carrera.
No pudo sin embargo cumplirse lo que todos hubieran deseado: que el adiós culminara con una victoria, correspondiendo el laurel de campeón de jockeys al francés Dominique Boeuf que se alzaba con dos triunfos. Eddery –con tres montas en la reunión-, en presencia de toda su familia -su mujer Carolyn y sus tres hijos: Nichola, Natasha y Harry- ocupaba una oscura plaza con dos de sus monturas, terminando en segundo lugar en la otra.
Un “hasta siempre” a un Eddery que hace unos días rechazaba los rumores extendidos en el medio turfístico británico que apuntan a que sólo estamos asistiendo a una retirada de ida y vuelta, que el que fuera once veces campeón de la estadística de jockeys en Inglaterra no podrá resistir el gusanillo de esa afición que ha constituido el núcleo de toda su existencia. Reconoce el campeón que le va a faltar ese contacto diario con los caballos, esa relación estrecha que ha presidido su vida y, consciente de ello, adelanta la posibilidad de, en el plazo de un año, volver a la escena, al trato directo con el caballo, aunque no en calidad de jockey sino de entrenador, algo que no entraba en sus planes hace algunos meses debido a la presión que comporta esa profesión.
Hasta que ese momento llegue, Pat Eddery va a dedicar sus esfuerzos a su yeguada –Musk Hill Stud- y a un sindicato de propietarios para el que acaba de adquirir los primeros yearlings. Siempre pegado al caballo, ese fabuloso animal que ha sido todo en la vida de Patrick James John Eddery, un caballero inolvidable al que dedicaremos un panegírico especial en próximas fechas.
