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martes 23 abril 2024



- 22/07/02
En la muerte de NASHWAN
Amores a primera vista

Por ST SIMON

  • NASHWAN ha fallecido recientemente. Unas líneas sobre la epopeya que constituyó su vida de carreras son honra a su grandeza, pero además de hablar de este magnífico caballo voy a contarles una historia paralela, que tiene como protagonista indirecto al mismo NASHWAN.

  • Corría el año de gracia de 1988, y un amigo mío, ser extravagante, algo timorato por entonces –la maldita parca se lo llevó en un terrible accidente de coche, por lo que nunca sabremos si el valor tiene sus horas... o sus años- pero bondadoso y apasionado, me narró como se unieron inescindiblemente en el otoño-invierno de 1988 y en la primavera-verano de 1989 sus tres pasiones de aquella promiscua época: la carrera de Ciencias Biológicas, Olga María y, por supuesto, un hijo de BLUSHING GROOM y HEIGHT OF FASHION bautizado con el nombre de NASHWAN.

  • Este muchacho, que respondía al nombre de Juan de Toro (apellido que en no menos de 564 veces le costó soportar comentarios como “menuda cornamenta”, “¿cómo tienes los suspendidos?”,”¿te has cepillado a la verónica, que está de rechupete?”), sensible como era, dejaba escapar sus lagrimitas con regularidad asombrosa, pero tenía un refugium pecatorum: el turf, y por ende un alazán precioso que –profético fuiste, y al Toro lo que es del Toro- fue “descubierto” por nuestro coprotagonista antes que muchos que se precian de sabios. NASHWAN venció en el Autumn Stakes el 8 de Octubre de 1988, el mismo día que Juan comenzó lo que preludiábase como una brillante carrera. Bueno, no el mismo día. Por entonces internet era una palabreja desconocida, y mon ami se enteraba de los resultados de las carreras de grupo comprando en los escasos quioscos que por entonces vendían periódicos extranjeros (la hostia, como han cambiado las cosas). Todo hay que decirlo, pero muchas veces, con el pretexto de admirar las bellas piernas de alguna taimada azafata del VIPS, Juan “tomaba prestado” The Guardian, The Observer u otros... préstamo que no llegaba jamás a reintegrar, consiguiendo ponerse cardíaco cuando cruzaba delante del segurata con la prensa recóndita entre su desmañada anatomía, afectada por la contemplatio foeminae: más empalmao con las tías que yo con ROBERTIYA, y sudando tanto por el miedo a ser descubierto que ningún desodorante podría paliar el sutil tufillo a mofeta desprendido en tamañas y osadas ocasiones en las que no había peseta alguna que gastar.

  • Pues como les contaba, el se enteró del triunfo de NASHWAN (que previamente había ganado en su debut agosteño, en Newbury)... 3 días después; es lo que tardaban en llegar los susodichos periodiquitos. Lo sorprendente es que antes de esa segunda carrera del elegante alazán, Juan me dijo: “va a ser un fenómeno”. Yo no me creí nada de esa “memez”. Ya lo ven: el exceso de soberbia pone a cada uno en su sitio.

  • Transcurrió el otoño y llego el invierno y 1989, y también acontecieron 3 magníficos Toros, 3... estoo, tres sucesos en la vida de nuestro periclitado turfómano. El primero constatar que la brillante carrera de Juan no iba a ser ni carrera ni brillante: el muchacho se había enamorado de una moza bastante espabilada, garrula e inasequible llamada Olga María, que para más inri se jactaba de tener un novio modelo y cinturón negro de jiu-jitsu, circunstancias estas que en cualquier otra ocasión hubiesen derrumbado el ya de por si pusilánime espíritu del Toro: pero el Amor es el amor, y eso dio fuerzas a Juan... para poner pies en polvorosa cada vez que veía al maromo de Olga María. Toro un héroe. Para consolarse de su innata gallardía, pelábasela coadyuvando con otros post-adolescentes en la sala aneja del ping-pong, pues nada hay mas refrescante que tener una sala de ping-pong contigua al aula magna, me decía el muy memo. Por entonces era masacrado doquiera parciales realizara, y su gusto por las matemáticas, física, química y biología empezó a trocarse por el hábil desempeño de preparar queimadas, arte aprendido de un gallego más gallego que Rajoy, y cuya síntesis se plasmaba en agarrar unas merluzas tan espantosas, tras las que J de T se atrevía a cualquier cosa... naturalmente con la excepción de beneficiarse a O.M. y de lisiar a su mozo de espadas, tamaña era la osadía de nuestro Cid Campeador.

  • Pero si bien J no era precisamente el general Máximo, es de reseñar su innata capacidad para “ver” grandes caballos. Las orgiásticas victorias de NASHWAN en las 2000 G, Derby, Eclipse y King George VI & Queen Elizabeth –ningún caballo ha ligado ese póker- mitigaron la pena que produjo en el alma de mi delicado amigo el salir revolcado, septiembre incluido, en todas las asignaturas de la carrera, y, por ende, su expulsión de ésta. También el coloso alazán ayudó a soslayar el hecho de su fracasado romance. Pues sí, amigos. Cuando NASHWAN se paseo en el Derby (recuerdo que ese año pusieron la carrera por T.V.E.) de Toro le compró un ramo de rosas a Olga María...¡y se lo entregó in personam!. Lo que no haga un Derby... Off course, Olguita dinamita le dijo que apreciaba su finura, su delicadeza, pero que solo podía brindar una amistad sincera, plena de interés espiritual y carente en todo punto de perversas connotaciones sexuales. Juan, que siempre fue cobardica pero casi nunca un imbécil, tradujo: ”eres inofensivo, te contare mis cositas, pero antes me lo monto con un erizo de mar que contigo, tío”. Esta astuta traducción no impidió que el hecho rosáceo llegara a oídos del sucesor de Bruce Lee, el cual se apiadó poco del ya de por sí delicado hígado de mi compañero. En total, una carrera de estudios asolada, otra amorosa fallida con lesiones incluidas, pero, la carrera, la carrera de verdad, la había ganado Juan de Toro el día en que vimos volar a NASHWAN en pos de la gloria en Epsom. Como soy poco propincuo al falso halago, quise ir la semana posterior al Derby a felicitar al Toro en su particular chiquero, el campus de biología. Jamás olvidaré lo que vi. Un muchacho sensible, pálido e inseguro leyendo The Guardian y los parabienes y apologías a su caballo favorito, con la sonrisa más beatífica que nunca veré. La sonrisa de un hombre fundamentalmente bueno. Tanto o más que el pupilo del también fallecido Dick Hern, llamado NASHWAN. Pleitesía os rindo a ti, Juan, donde quiera que estés, y al ejemplar que mi memoria tanto asocia contigo. Dos cracks que nos han preterido. Va por ustedes, maestros!!!








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