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Gran Bretaña - 25/05/02
Fallece Dick Hern
El final de una época
Por CFGD En este año del Jubileo de Su Graciosa Majestad la Reina Isabel II de Inglaterra, algo debe estremecerse en el interior de la Soberana ante la desaparición del que fuera su gran entrenador, Dick Hern. El Mayor Dick Hern –como era conocido en el mundo del turf- dejaba esta amarga existencia el pasado 22 de Mayo, víctima –entre otras cosas- del tiempo. El que fuera maestro máximo de la preparación del caballo de carreras, convertido en figura legendaria incluso antes de morir cuando –desde su silla de ruedas- seguía las evoluciones de sus pupilos a pie de pista, merece un homenaje del mundo del turf, aunque tan sólo sea mediante unas líneas en recuerdo de su trayectoria profesional. Y es lo que –modestamente- desde aquí pretendemos. Hern comenzaba su actividad como entrenador en el año 57, fecha a partir de la cual obtuvo 17 victorias clásicas, como las de la Real yegua DUMFERLINE, laureada de Oaks y St. Leger en el año de las bodas de plata de su propietaria (1977). Pero la primera etapa de la vida profesional de Dick Hern queda indisolublemente unida al campeonísimo BRIGADIER GERARD, monstruo del verde, tan sólo batido una vez en sus 18 salidas a la pista y verdugo del inconmensurable MILL REEF. en las 2000 Guineas. Hern quedó atado de por vida a una silla de ruedas como consecuencia de un accidente de caza –deporte al que era muy aficionado- en el que se rompió el cuello. Operado en 1988 del corazón, un año más tarde de sus manos y ciencia surgía el que fuera su última estrella, NASHWAN, con el que añadía a su palmarés galardones como las 2000 Guineas, el Derby, el Eclipse y el King George VI and Queen Elizabeth Stakes. Se retiró por completo del entrenamiento al final de la temporada 1997. Nacido el 20 de Enero de 1921 en Holford, condado de Somerset, Hern fue educado en la Escuela Militar de Millfield, prestando servicios en la Segunda Guerra Mundial en calidad de Comandante de Tanques en el Regimiento de Irlanda del Norte. Su carrera en tanto que jinete se extendió durante 18 años y era frecuente su participación en pruebas de point-to-point”. Obtenía su licencia de entrenador en 1952 mientras se ejercitaba como asistente del Mayor Michael Pope, pasando a ejercer como entrenador privado en los Lagrange Stakes de Newmarket para el Mayor Holliday. Nombres ilustres del turf británico han estado relacionados con el Mayor Dick Hern, destacando, entre los jockeys, Joe Mercer y Willie Carson, ambos contritos por el fatal desenlace, que recordaban tiempos pretéritos en los que –de la mano del gran preparador- obtenían sus mejores éxitos. Joe Mercer, jockey de BRIGADIER GERARD en todas las carreras en que participó, mostraba su pesar, al tiempo que alababa la condición profesional y humana de Hern. Recordaba Mercer que los 13 años que permaneció bajo sus órdenes fueron –indudablemente- los más felices de su vida profesional. En ese tiempo, tuvo la fortuna de subirse en el mejor pura sangre que montara en su vida –el ya citado B.GERARD-, sin olvidar a BUSTINO –un gran caballo- a PROVOKE o a la yegya de la Reina, HIGHCLERE, de cuya victoria en el Diane guardará un imborrable recuerdo, victoria que inmortalizaba la pasión de su Soberana, sorprendida por la cámara jaleando y animando a su potra, algo que mostró al mundo que era humana. Hern era capaz –aseguraba Mercer- de sacar a la pista a un caballo que no hubiera corrido desde meses atrás, tan perfectamente en forma como fuera posible para estar en las debidas condiciones de ganar y no someter al apostante y al aficionado en general a la frustración que representa que un caballo complete su puesta a punto en carreras públicas. Estaba especialmente dotado para comprender a cada caballo como individuo, para saber lo que a cada cual convenía y siempre se mostró dispuesto a tratar a cada uno tal y como sus específicas condiciones requirieran. Dick Hern, al decir de estos profesionales que tan íntimamente le trataron, ha dejado un heredero profesionalmente hablando, receptor mudo de su ciencia turfística durante muchos, muchos años. Se trata de Marcus Tregoning, un entrenador que comienza con paso firme en su profesión y del que es conocido que Hern estaba muy orgulloso. Con NAYEF, el pasado año, Tregoning demostraba cómo las enseñanzas de su maestro habían fructificado en su quehacer diario, pues hizo lo que puede resultar más duro a cualquiera: equivocarse hasta el punto de comprometer el futuro de un pura sangre de élite, reconocer sus errores y rectificar a tiempo, aupando a su pupilo a lo más alto. Willie Carson recordaba tiempos actuales y pretéritos en los que su vida quedaba unida a la de su viejo amigo, Dick Hern. Y el más reciente recuerdo venía de la mano de una de las participantes del Oaks, SHADOW DANCING, criada por el trío Hern-Carson-Tregoning y entrenada por este último, a la que Hern había prometido ir a ver dentro de unos días a Epsom. Carson aseguraba que, de todos los caballos que había montado en su vida, aquel que más le maravilló, por su extraordinaria velocidad, fue DAYJUR, una velocidad que le asombraba tanto como al propio Hern. Pero siempre hay que volver la vista –en palabras de Carson- a las 2000 Guineas de NASHWAN, cuando todos aseguraban que Hern no podría entrenar los caballos desde su silla de ruedas. Y logró entrenar un ganador de las 2000, sin que el potro hubiera corrido antes en la temporada, tomando las Guineas a modo de rentrée. Y ganó. Y ganaba después el Derby y el Eclipse y el King George. Y lo entrenaba un hombre en silla de ruedas.... John Dunlop, entrenador en Arundel, no regateaba elogios para el Mayor Hern, haciendo hincapié en su coraje y bravura, capaces de hacerle luchar contra la enfermedad y el dolor los últimos 20 años. Valor, encanto, buen humor y conocimiento del caballo de carreras, hombre alegre, buen compañero, un entusiasta de la vida, uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos, un muy buen amigo, un jefe amable, son algunos de los adjetivos que le han dedicado en las últimas horas nombres tan ilustres como Barry Hills, Geoff Wragg, Pat Eddery, Ian Balding Y Tom Goff, un agente de ventas de pura sangres que solía empujar la silla de Hern tantos y tantos días de carreras. Todos coincidían en el elogio. Todos se mostraban unánimes en la pena. Para todos ellos el turf había dado la vuelta a una gloriosa página. Había transcurrido una dorada época.
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