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viernes 19 abril 2024



España - 12/09/06
NI SIROCO ni HURACÁN, calma chicha en un falso FOY


Por CFGD

Cinco partants. Tres de ellos –HURRICANE RUN, SHIROCCO y el pacemaker- del mismo preparador –Fabre-, aunque de distinta propiedad. Y dos yeguas: PRIDE, por derecho propio y, por astucia de sus responsables, DIVINE STORY, una handicapper cuyo único intento en black-type –una Listed- se había saldado con una anodina décima plaza. Estos eran los ingredientes que componían el G2 P. Foy celebrado este domingo en Longchamp, tradicional preparatoria de los viejos para el Arco. Temíamos lo peor.

  • Nos querían vender la moto de que ¡Por fin! íbamos a asistir a la fratricida guerra de dos de los mejores caballos del mundo cuya confrontación se había evitado hasta la fecha. Pero la moto ni tenía ruedas, ni sillín, ni motor y la tan aireada guerra se convertiría en una lucha de pastel, falsa de toda falsedad, un camelo de no te menees que no hacía sino ratificar la sospecha que albergábamos antes de darse la salida: el Prix Foy pasaría a la historia como otra carrera-estafa, emulando –verbigracia- aquel Niel de 2002 que ganaba Sulamani y que provocaría el sonrojo de cualquiera… que no fuera francés, claro.

  • Como es probable que quieran ustedes saber cómo fue la carrera, vean: marca el indecente paso el pacemaker con las dos estrellas y PRIDE a seguido. En la recta, muere la liebre y “atacan” los dos campeones a medio gas, pasando SHIROCCO primero el poste, un cuello delante de HURRICANE, ambos con todo el depósito de combustible a rebosar. A la fiesta para neófitos, ciegos y bobos se habría también de sumar el exquisito Royer-Dupré, preparador de PRIDE, obsequiándonos una recta de “voy pero poco, lo suficiente para que sepan que puedo pero no quiero, por afinar la forma en este entrenamiento tan bien pagado, reservando así fuerzas para la seria, la de verdad”. Vomitivo espectáculo de lo que podría haber sido una recta excepcional.

  • Debemos puntualizar sin embargo que ni los preparadores ni los jockeys son en modo alguno los verdaderos culpables del disparate deportivo narrado. Sí son responsables directos de sus pupilos y de la forma en que ordenan se conduzcan en carrera, haciendo uso de su legítimo derecho de buscar lo que sea mejor para sus intereses, pero su actividad se ha de desplegar bajo determinados principios y acatando establecidas reglas que los organismos rectores turfísticos se encargan de hacer respetar y aún otras reglas no escritas que son la sustancia de la actividad. Cierto es que nadie ha infringido norma alguna en el presente caso pero, si las formas están preservadas, no así el fondo, ausente el ingrediente de la competitividad, imprescindible para garantizar la pureza y la verdad del espectáculo y cimiento sobre el que se edifica la selección de la raza. Se pierde “el espíritu deportivo” del que hablaba el Maestro, estafando al verdadero motor de las carreras: el público, ya sea apostante, ya aficionado sin más. El Foy era una carrera pública, con apuestas, no un entrenamiento bien pagado con miras ulteriores. Al público se hurtó un espectáculo que se presagiaba excepcional y, según qué casos, la pasta flora invertida a algún participante que no corría en su valor porque así convenía a los responsables del equino en cuestión. Todo ello se podría haber evitado si las autoridades rectoras le hubieran puesto un freno tiempo ha, dictando las oportunas normas que garantizaran la competitividad y sancionando con ejemplar dureza económica –lenguaje que los gabachos entienden muy bien- cualquier tipo de maniobra encaminada a distorsionar el resultado de una carrera, en este caso un Grupo 2 de no poca enjundia.

  • En 2002, Bary se iba de rositas en el Niel, tras el bochornoso espectáculo del que hacía cómplice involuntario a Sulamani. Mas, como tarde o temprano todo se paga, agotaría el cáliz de la amargura hasta las heces viendo cómo su caballo era batido en el Arco por un viejo –Marienbard- que no pintaba nada y cómo –a seguido- le era arrebatado de sus cuidados al pasar su propiedad de Niarchos a Godolphin. Veremos en unas semanas de qué lado se decanta la mano del destino: el considerado -junto a los dos citados- mejor caballo del mundo, el nipón Deep Impact, espera el soñado día quizá para poner de acuerdo a los demás. Y sin preparatoria.












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