Su gloriosa carrera imbatida en 52 salidas terminó con la tercera victoria consecutiva en los Oaks de Otoño.
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Galería de la fama - 19/04/01
KINCSEM; historia de una viajera en el siglo XIX
Reportaje sobre la asombrosa trayectoria de esta yegua
Por Ramiro Girón de Alvear Corría el año 1827 cuando el Conde Széchenyi, un conocido y afamado terrateniente húngaro, fundó el Jockey Club magiar y cabeza visible de un grupo de criadores que, con el fin de realizar importaciones a ese país, constituyó lo que mas tarde sería conocido como la Comisión de los Nueve. Esta “comisión” se encargo de adquirir animales en las ventas de Inglaterra, llegando a importar más de cien de una sola vez, siendo su agente oficial en el Reino Unido un italiano de origen, pero inglés de sentimientos, y experto en la compra de yeguas de cría de nombre Francis Cavaleiro. Así pues, en el estudio de la vida de Kincsem, nuestra heroína, hay que rendir tributo al mencionado italiano quien importó a Hungria a un semental de nombre Cotswold, el padre de Waternyphm, la madre de nuestra viajera, así como a la abuela de aquella, una inglesa de nombre The Mermaid quienes curiosamente llegaron a Hungría en el mismo lote. El abuelo materno de Kincsem, antes mencionado, era un ingles de nombre Tithonus, criado por Lord de Mauley el cual, a su llegada a Hungría sería rebautizado con el nombre de Costwold. Costwold desarrolló su vida de carreras en Inglaterra donde no corrió a dos años e hizo su debut a tres años en el Derby de Epsom, el 28 de mayo de 1856, en el que no llegó a colocarse. A cuatro años estuvo segundo en la Royal Hunt Cup ganando seguidamente siete modestas carreras, terminando su vida de carreras el siguiente año sin llegar a colocarse en la Royal Hunt Cup de 1858. La abuela de Kincsem, la también inglesa The Mermaid, ganó una carrera a dos años en el hipódromo de Egham batiendo a Flying Duchess, siendo esta su única salida a esa edad. A su edad clásica The Mermaid quedó quinta en el Oaks, y estuvo dos veces segunda en sus subsiguientes salidas. Adquirida en las ventas de Inglaterra por el Sr Cavaleiro, actuando en nombre de la Comisión de los Nueve, el primer producto de The Mermaid fue la ya mencionada Waternyphm, que más tarde sería madre de Kincsem, quien ganó las 1000 Guineas húngaras para su propietario y criador el Príncipe Esterházy quien, a la edad de cuatro años la vendió a un joven de poco más de veinte años, criador a gran escala de nombre Mr. Ernest de Blaskovich. Retirada a la yeguada Waternyphm, para su primera cubrición fue enviada a un semental húngaro de nombre Ostreger, naciendo de esa cubrición una hembra de nombre Harmat quien, en su día, sería la ganadora del Oaks húngaro en 1875. De la segunda cubrición con el semental Cambuscan, el 17 de marzo de 1874, nació en la Yeguada Nacional de Hungría en Kisber una hembra la cual fue llamada Kincsem. Esta hembra era un alazana encendida que llegó a ser una de las yeguas mas famosas de la historia, imbatida en sus 54 carreras y, además, una de la mayores matronas como ahora veremos. La historia de esta yegua no podría haber sido posible sin Cambuscan, su padre, un ingles adquirido por Cavaleiro en la nada despreciable cifra de 5.500 guineas de aquella época tras haber tenido como una vida de carreras que se podría calificar como mas que buena. Cambuscan portaba una buena sangre ya que era hijo de Newminster y The Arrow, contando entre sus mejores actuaciones su segundo de las 2000 Guineas inglesas, un tercero en el St. Leger y un cuarto en el Derby. Importado a Hungría, ejerció de semental en ese país durante ocho temporadas dejando una producción mas bien escasa; en sólo ocho años produjo un total de 29 potros entre machos y hembras. Kincsem nació en su primera potrada, siendo la mejor de toda su producción y consiguiendo así que el nombre de Cambuscan sea recordado en los anales de la cría del puransagre. El propietario de Waternymph, Mr. Blaskovich, era un criador que tenía por costumbre vender todos sus yearlings en trato privado y todos al mismo tiempo razón por la cual los mejores y mas conocidos propietarios del país acudían regularmente año tras año a visitar su yeguada. El año 1875 la potrada estaba conformada por siete yearlings, dos machos y cinco hembras. Uno de los primeros visitantes, y a al postre uno de los posibles compradores de la producción de ese año, fue el Baron Orczy un rico propietario. Tras un cuidadoso examen de los yearlings el Barón preguntó el precio de la camada de ese año respondiendo el Sr. Blascovich que toda la camada valía la suma 7000 florines. El Barón no dudó en efectuar la transacción, para así evitar la posibilidad de que otro comprador pudiera adelantarse, aunque la sujetó a una condición para hacerla efectiva: Pagaría íntegro el precio estipulado por Mr. Blascovich pero sólo compraría cinco de los yearlings ya que dos de las hembras eran más bien “vulgares”. Una de ellas era Kincsem. El Barón Orczy era un conocido propietario, siendo ese nombre mundialmente conocido por la autora de la Pimpinela Escarlata, si bien, de no haber rechazado a la hija de Cambuscan, aún lo sería más en los anales de las carreras por ser el propietario de Kincsem. Pero rechazó aquellas dos hembras, así que Blaskovich las mantuvo para su cuadra de carreras y aquel vulgar yearling rechazado se convirtió, con el paso de los meses, en una preciosa potra, grande y con una conformación física casi perfecta.
En este punto hemos de comentar que el sistema magiar de carreras era una perfecta copia del inglés, teniendo lugar las carreras mas importantes en los hipódromos de Poszony, Budapest y Viena. Kincsem ganó en todos ellos carreras como las 1000 Guineas, las 2000 Guineas y el Derby de su campaña clásica no sin antes, a dos años, ganar diez carreras diferentes en diez ciudades distintas. A saber; Berlín, Hanover, Hamburgo, Baden Baden, Doberan y Frankfurt en Alemania, Sopron y Budapest en Hungría y Viena y Praga en Austria. Incluso hoy en día resulta increíble que un animal con dos años pueda correr esas diez carreras en diez hipódromos distintos de tres países diferentes, a lo que hemos de añadir que la gesta de nuestra heroína tuvo lugar en a finales del 1800, con el tren como transporte mas ágil siendo la gesta de Kincsem una proeza nunca más llevada a cabo. Las victorias de la yegua se desarrollaron a lo largo y ancho de toda Europa Central teniendo lugar la primera carrera de Kinscem a finales del mes de junio de 1876 ganando, desde esa fecha hasta finales de agosto de ese año, las mejores seis carreras de potros de Alemania demostrando con ello que además de excelente corredora disfrutaba los viajes en tren. En aquellos días, grandes corredores perdían carreras por que eran caballos que odiaban viajar en el vagón de un tren y pocos, muy pocos, han sido famosos por el gusto a ese medio de transporte, siendo Kincsem una de ellas. La yegua, cada vez que se aproximaba a una estación y al vagón de un tren lenta y tranquilamente subía y, pocos minutos después se acostaba, no sin antes cerciorarse que su cuidador y el gato que siempre la acompañaba estaban abordo y en un lugar dentro del vagón. Esto nos prueba que sólo los campeones de verdad tienen ese toque de humanidad que Kincsem desmotró a lo largo de su vida. Otro que, según su jokey, Steve Donoghue, tambien tenía esa “humanidad” era The Tetrarch, siendo muchas las historias y anécdotas que corrían por aquellos dias en Hungría acerca del comportamiento y vanidad de Kincsem.
Su mozo era un joven apodado Frankie, llegando a ser mas conocido por ser el mozo de la yegua que por sí mismo hasta el punto que siempre que firmaba algun documento lo hacía como Frankie Kincsem. Se alistó en la armada con ese nombre e incluso fue enterrado con él poco después de la muerte de Robert Hesp, el entrenador de la yegua. Hesp nació en 1823 siendo hijo de un conocido guarnicionero de la ciudad de Slingsby. En su juventud decidió que su futuro estaría en el mundo de las carreras iniciándose en el hipódromo como aprendiz en Malton llegando a formar parte del grupo de cazadores del Principe Batthyany. Trasladado a Hungria durante la guerra de liberación contra los austríacos, cuando la guerra parecía tomar buen cariz para los magiares el Imperio austríaco fue ayudado por el Zar quien envió el grueso de sus tropas las cuales quemaron, devastaron y arrasaron todo lo que encontraron a su paso. En ese momento Hesp, alistado en caballería, salvó la vida del joven Conde Edmund de Batthyany, hijo del Príncipe Gustavo, ya que viajando por toda Europa, a través de las lineas enemigas, hizo pasar al joven Conde como su asistente lo cual le valió a Hesp, años más tarde, ser la cabeza visible de los servicios secretos hungaros por ser su mejor espía de la época destacando entre sus gestas mas conocida el cruzar a nado el Danubio portando importante documentos secretos atados a la cabeza. Después de la guerra Hesp inició su carrera de entrenador en 1873, teniendo como patrocinadores de su cuadra a los propietarios más importantes del momento. En los primeros años su caballo mas conocido fue Gamecock, un ganador de las guineas de húngaras, segundo de los derby de Alemania y Austria y tercero del Cesarewich aunque la fama de Hesp como entrenador llegó gracias a Kincsem como le ocurriera a todo aquel relacionado con la yegua. Con la alzana ganó cinco carreras clásicas de un total de catorce en su vida de preparador, muriendo sólo 39 días después que la yegua. De la descendencia de Hesp alguno dedicó su vida profesional al hipódromo llegando a ser uno de sus nieto primer mozo en la cuadra del importante preparador británico George Lambton. La vida de Kincsem esta salpicada de un sin fin de historias. Asi, tras su victoria en la Goodwood Cup, en Inglaterra, la yegua fue enviada a Deauville. Arribado el barco que la transportaba al puerto de Francia, la yegua fue preparada para ser desembarcaga al muelle y seguidamente ser embarcada en un vagón del tren pero, para sorpresa de todos, Kincsem rehusó reiteradamente a desembarcar y subir al vagón. Por primera vez en su vida Kincsem no se dejaba desembaracar por lo que este hecho alarmó a sus responsables ya que nunca antes algo así había tenido lugar. Siendo asi, su cuidador, tras varios intentos infructuosos de hacerla bajar camino del tren, reparó en que el gato que siempre acompañaba a la yegua había desaparecido presumiblemente al intentar cazar una rata en el barco. Dada la voz de alarma dentro del barco, toda la tripulación buscó al animal mientras que Kicsem permanecía inmovil, sin querer bajar de camino hacia el vagón del tren, y sin parar de relinchar durante mas de dos horas. Al oir los relinchos el dichoso gato apareció por sorpresa, corriendo hacia ella y saltando sobre su dorso, momento este en el que Kincsem, sin ningún reparo, inició lentamente su camino hacia el vagón del tren entrando en el y tumbándose dentro.
Como buena campeona, Kincsem era un animal especial y demostraba con frecuencia su inteligencia y su “corazón”. Así, en una ocasión, durante una fría noche de invierno, la yegua notó que Frankie, su mozo, no tenía una manta con la que abrigarse. Ante ello, la yegua se quitó su manta, la tiró al suelo de la cuadra y con la boca arropó a su cuidador. Desde ese día Kincsem, que siempre estaba enmantada durante el día, nunca consintió en volver a tener manta durante la noche, e incluso cuando Frankie tenía una durante la noche ella se quitaba la suya y la ponía encima de su cuidador quien, en ocasiones, tuvo que dormir hasta con tres mantas encima. Nuestra heroína era una yegua orgullosa y lo demostraba tras ganar cada carrera, recibiendo siempre de su propietario un ramo de flores como recompensa tras cada victoria, flores que eran colocadas en la frontalera de su cabezada. En cierta ocasión, tras su victoria número 41, Mr. Blascovich, su propietario, llegó tarde al paddock por lo que Kincsem, tras comprobar la ausencia del mismo, no permitió ser desensillada hasta que corriendo apresurado el Sr. Blascovich apareció con su correspondiente ramo de flores, accediendo entonces la yegua a que le quitaran la montura. Kincsem lo sabía, todo eso que para ella sólo era un juego, y que no era otra cosa que las carreras. Era lista hasta el punto de saberse la Reina entre Reinas. Esto me trae al recuerdo una tarde de verano en los paddocks de Coolmore; alli, junto con Tim Corballis, veíamos las evoluciones de Royal Academy en su paddock. El hijo de Nijinsky se sabía observado, y le gustaba, pero lo mas sorprendente fue cuando oyó el ruido de mi camara de fotografías. En ese momento Royal Academy se sabía el rey, el centro de atención y lo demostraba con su actitud, con su forma de trotar en extensión, cola en trompa, en las proximidades de donde nos encontrábamos. Kincsem era igual. Se sabía admirada y lo demostraba. La hija de Cambuscan era un animal tranquilo en las preliminares de la carrera. Fría como un témpano cuando era conducida a las cuerdas de salida (en aquella época aún no existían los cajones), una vez cerca del poste de salida su relajación era tal que no dudaba en buscar algunas briznas de hierba que comer, especialmente margaritas. Una vez dada la largada, con un tranco largo, la yegua sabía donde estaba el poste de llegada. Una vez terminada la carrera, y por supuesto ganada, ella sola bajaba el ritmo de su galope a un suave canter, algo más tarde al trote, para dirigirse al paddock de ganadores. Su forma de correr era siempre la misma. Una salida lenta, dejando cuerpos de ventaja al resto del grupo, pero con un galope fácil y contundente. Todas sus victorias fueron en un canter, sin despeinarse, salvo una cuando su jockey cometió un error en el Gran Premio de Baden Baden, error que estuvo a punto de costarle la carrera aunque ganó por corta cabeza. Otro de los caprichos de Kincsem era el grano y el agua que se le sumistraba. Era un animal de costumbres y aunque excelente viajera como ya hemos dicho, odiaba cualquier otro grano y otra agua que no fuera la que solía beber a diario. Esta manía de Kincsem dió lugar a un extenso comentario, alla por el año 1880, que la revista inglesa The Sportman hizo sobre el grano que se producia en las tierras de Mr. Blascovich. Kincsem siempre rehusó comer otro grano que no fuera éste así como a beber otra agua que no fuera la que la acompañaba en sus viajes la cual tenia igual procedencia. Tal era la manía de la yegua en estos dos puntos que en cierta ocasión, en Baden Baden, cuando el agua escaseaba, Kincsem se negó a beber una sola gota de agua durante tres días por lo que sus responsables asumieron no sólo el peligro de correr, sino el peligro que la vida de la yegua corría si no bebía pronto. El cuarto día de esa huelga de bebida, sus responsable consiguieron agua de un pozo próximo con un gusto similar a la que solía beber en su país y la yegua la bebió. Desde ese día el pozo de donde se sacó el agua se llama el Pozo de Kincsem. Su vida de carreras estuvo plaga de éxitos. Reseñadas ya su victorias a dos años, a tres la yegua ganó 17 carreras, incluyendo las 1000 y 2000 Guineas, el Oaks, St. Leger, Oaks de otoño, Derby y el Gran Premio del Emperador y dos carreras mas todas ellas en Viena. En Alemania ganó el Gran Premio de Baden Baden y el Gran Premio de Hannover junto con carreras en Sopron, Praga, Hamburgo y Franckfurt. El Emperador Francisco Jose y la Reina Isabel, eran grandes aficonados a los caballos aunque rara vez asistían a las carreras salvo el día del Derby, en el que entregaba personalmente la copa al criador del ganador, y cuando corría Kincsem de quien F. José se encontraba especialmente orgulloso, sobre todo tras la victoria de la yegua en Goodwood, tras la cual la bautizó con el nombre de la Maravilla Hungara. Tras esta gesta, el Emperador acudía personalmente al box de la yegua tras cada una de sus victorias. Desde el mes de abril de 1878 hasta mayo de ese año, en el espacio de cinco semanas, contando Kincsem con cuatro años, la yegua ganó en Pozsony, tres carreras en Budapest y cinco en Viena en distancias que oscilaban entre 1600 a 3200 m. Era un animal extraordinario, con mucho fondo y una punta de velocidad ingualables en su tiempo en todo el contienente. Sus tres siguientes salidas fueron fijadas para Goddwood y Baden Baden. El 1 de agosto de 1878, en la Goodwood Cup, un caballo de nombre Verneuil partía como claro favorito sobre Kincsem aunque tras un accidente tuvo que ser retirado sobre el medio día del 1 de agosto aunque, en mayo de 1880, dos años después de Goodwood, Kincsem y Verneuil se vieron las caras de nuevo en la yeguada de Kisber donde aquel la cubrió aunque quedó vacía. En aquel día de Goodwood, Kincsem ganó por dos cuerpos sobre Pageant y Lady Golightly. Al día siguiente de la carrera todo fueron elogios para la yegua húngara de quien varios periódicos de la época, como The Sportman, decían que “habría ganado de 20 cuerpos si Madden, su jockey, la hubiera dejado”: También el cronista de The Field, la describía como “ No es sólo es una yegua de fisico atractivo, sino que tiene un gran tranco e increible longitud de paso en cualquier punto del recorrido, con gran corazón, potentes pies y cuartos traseros, además de ser extraordinariamente poderosa”. La carrera en Goodwood se corrió a un paso muy lento (5.14), siendo el tiempo de mas lento de los últimos cinco años si se compara con las carreras de Doncaster (4.53), o Hampton (4.56) siendo criticada la monta de Madden al tiempo que manifestaban que Archer o Cannon habrían mostrado lo excelente que Kincsem era. Las primeras 42 carreras de la yegua fueron bajo la monta de Madden, un irlandés que tuvo la suerte de ser el primer jockey de Hesp tras estar años como aprendiz bajo los auspicios de Matthew Dawson. Madden, que pasaba de ser un buen jockey, tenía como principales virtudes que era un luchador nato y el más honrado de los jockeys de esos años, algo poco habitual en aquellos días. Tras su victoria en Goodwood, Kincsem fue enviada a Deauville donde, a su siguiente salida, se sumó una nueva victoria siendo entonces enviada a Baden Baden donde lo indecible a manos de un caballo llamado Prince Giles the First por un error de su jockey aunque, en una nueva y posterior carrera, le ganó fácil en un canter, siendo enviada al hipodromo de Sorpon donde ganó los Oaks de Otoño. A cinco años ganó otras 12 carreras en Viena, Baden Baden, Berlín y Franfurt donde consiguió su victoria número 50 sobre la misma distancia del St. Leger. Su gloriosa carrera imbatida en 52 salidas terminó con la tercera victoria consecutiva en los Oaks de Otoño, en otro canter y por mas de diez cuerpos, concediendo a las demás hembras mas de 2 libras. Considerando las victorias de Kincsem, podemos decir que era tan buena como los mejores caballos ingleses y franceses de su año entre los que se incluyen Verneuil, Hampton, Isonomy, Pilgrimage, Silvio y Jannette no habiendo duda de que los habría batido a todos mereciéndose por ello un lugar entre los mejores purasangres en la historia de las carreras. Kincsem debe ser incluida en el mismo grupo que yeguas tan ilustres y de tanta importancia para el desarrollo de purasangre como Pretty Polly, La Fleche, Formosa, Camaro o Corrida. Enviada a la yeguada, tuvo una corta carrera como madre muriendo el 17 de marzo de 1887, el día que cumplía 13 años, dejando sólo cuatro productos; dos machos y dos hembras. Estas dos hembras y su descendencia ganaron las mejores carreras de aquellos tiempos en Alemania, Hungría y Austria fundado su progenie no sólo las mejores familias húngaras habiéndose expandido su sangre, a través de distintas ramas, por toda Europa. Kincsem llego a ser tan popular en su tiempo, tanto por su vida de carreras como por las historias que la rodearon, que incluso el Gobierno hungaro emitió una serie de monedas de oro en las que aparecía su nombre y se organizaron loterías cuyos beneficios se destinaron a importar más caballos de carreras. Mitos como esta viajera no son frecuentes en la historia del turf pero son ellos los que crean la pasión por este deporte.
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